Premios Rock Villa de Madrid

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Segunda Comunión

  • Pop
  • PRVM 2024

Los sevillanos Segunda Comunión se han marcado un debut de primera. Claro que no son unos recién llegados, y la veteranía, dicen, es un grado. JL Postigo (Kildacane, The Tractor) al bajo y programaciones; Agu Maidero (Narco) sumando a más programaciones, sintetizadores y cajas de ritmos; y Josué Oliva (Rosas Negras, Dhaga) en voces, guitarra y theremin conforman uno de los ménage à trois más bien avenidos de nuestra escena actual. Y el resultado más inmediato de su bendita unión es “Segunda Comunión”, un más que disfrutable EP homónimo de debut con mezclas y masterización a cargo del no menos hábil Jacobo Fernández.

Cinco canciones que invitan, pese a su nombre, a la fiesta pagana y al hedonismo (más) puro y duro. Tan solo habría que atenerse a los primeros cortes que conocimos del álbum: la muy adictiva “Mis poderes”, el trance ravero de “Espejismo” o la machacona, sí, pero encantadora “Siempre voy corriendo”, que además nos llegaba vía remix del prolífico Curro Morales aka SKTL SLKT, otro de los miembros de Narco y también de Califato 3⁄4. Sumemos la seductoramente ochentera “Invisible” y ese signo de los tiempos que es “Comunicando” y el milagro, feligreses, está servido: “Segunda Comunión” es un debut de primera.

Un salmo dispuesto a ampliar hasta límites insospechados su legión de fieles, conjugando con fervor los ecos de un pasado glorioso —busquen los guiños a clásicos como Depeche Mode o The Cure, ahí están— y los efectos propios de abandonarse a una rave como quien se lanza a los brazos de Dios. Amén.
Pero más allá de canciones con las que asombrarnos, Segunda Comunión también tienen historias por contarnos. Siempre con lo cotidiano como fuente de inspiración, sus letras son tan costumbristas como pegadizas. “Hablan de encierro, de falta de comunicación, de intentos de olvidar, de desamor, de rutina, de pasar inadvertido para los demás, de cambios…”, nos confiesan ellos mismos. No olvidemos que, como otras iniciativas hoy reseñables, la banda surgió durante la pandemia, con sus integrantes hastiados por el confinamiento y dispuestos a huir de su zona de confort. “Fue el tiempo que nos tocó vivir durante la creación del proyecto, toque de queda incluido”. ¿Quién nos iba a decir que de tiempos aciagos como aquellos íbamos a acabar teniendo motivos para bailar?

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